Ministerio Oidores & Hacedores
Por
el pastor: Jaiver Caro
Así lograrás orar en todo tiempo
y lugar.
Dios te bendiga grandemente.
La Biblia dice en Efesios capítulo 6 versículo 18 lo
siguiente:
orando en todo tiempo con toda oración y
súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por
todos los santos.
Establecer tiempos para dedicarse a la oración, es un
privilegio y el deber de cada hijo de Dios.
El profeta Daniel oraba tres veces al día y David dice:
Siete veces al día te alabo
A causa de tus justos juicios.
A causa de tus justos juicios.
Salmo 119 versículo 164
Orar es bueno para tu corazón, bueno para tu mente y
bueno para tu integridad espiritual y moral.
Es bueno que dediquemos ciertos espacios de tiempo y
digamos: Estos pertenecen a Dios y trataré de ser puntual con Él, tanto como lo
sería con aquella persona a quien no le fallaría.
No debemos ser fríos, ni cansarnos en el deber de la
oración; mucho menos sabiendo que la invitación de nuestro padre celestial, es
que nos acerquemos a Él sin cesar, en todo tiempo y de manera constante.
La Biblia dice en Romanos capítulo 12 versículo 12 lo
siguiente:
gozosos en la esperanza; sufridos en la
tribulación; constantes en la oración.
1 Tesalonicenses capítulo 5 versículo 17 dice: Orad sin
cesar.
Si son muchas nuestras oraciones, también lo serán las
respuestas de Dios. Pero sucede que cuando las cosas van bien, acostumbramos a
descuidar la oración, pero cuando estamos en dificultades todos terminamos
orando.
El deseo de Dios, es que sea cual sea nuestra situación,
oremos sin cesar.
Debemos orar con toda clase de oración: con oración
pública, privada, secreta, social y solitaria. Debemos orar con todas las
partes de la oración: adoración, acción de gracias, confesión de pecados,
peticiones de misericordia y alabanzas a Dios por los favores recibidos.
Cuando nuestros pensamientos se vuelven hacia la
preocupación, el temor, el desánimo y el enojo, debemos prontamente convertir
cada pensamiento en oración y cada oración en acción de gracias.
A lo largo del día, la oración debe ser nuestra primera
respuesta ante cada situación de inquietud y ansiedad y ante cada tarea que
consideremos difícil de realizar; y ya que continuamente estamos enfrentando
situaciones difíciles, debemos orar en todo tiempo, pero si estamos en plena
quietud y paz, también debemos orar sin cesar.
Orar en todo tiempo, no significa que debemos estar en
una postura de cabeza inclinada y ojos cerrados todo el día, tampoco es hablar
sin parar, tampoco consiste en repetir nuestra oración para extenderla en el
tiempo.
Orar en todo tiempo, es una actitud de conciencia de
Dios y rendición a Él, que mantenemos todo el tiempo.
La oración continua es en esencia, una continua
dependencia de Dios.
Orar en todo tiempo, significa orar constantemente y en
cualquier circunstancia con la ayuda del Espíritu Santo.
Ahora, respondamos la siguiente pregunta:
¿Cómo puede una persona orar en todo tiempo?
La oración continua, persistente, e insistente, es una
parte esencial de la vida de todo creyente y surge de la necesidad y la
dependencia de Dios.
La oración continua, debe ser para nosotros como el
respirar. No debemos hacer fuerza ni ejercer ninguna presión, sino que es
ejercida de manera natural y por necesidad, la cual, si la interrumpes, puedes
llegar a sentir que te ahogas y mueres.
Así como no permites que nada corte tu respiración
natural, no debes permitir que nada corte tu constante orar, ya que es nuestra
mayor necesidad.
Para orar en todo tiempo, cada momento de nuestras vidas
debe ser vivido con la conciencia de que Dios está con nosotros y de que Él está
activamente involucrado y comprometido en nuestros pensamientos y acciones.
Una de las maneras más eficaces para orar en todo tiempo,
aparte de mantener una actitud de oración, es cuando hacemos de la oración una
respuesta habitual para cada situación que enfrentamos.
Otra forma de orar en todo tiempo, es subordinando
nuestras vidas alrededor de los deseos de Dios y de sus enseñanzas, al grado
que toda nuestra vida llegue a ser una oración.
No necesitamos aislarnos de otras personas y de las
actividades diarias para orar sin cesar, podemos hacer de la oración nuestra
vida y nuestra vida una constante oración por un mundo que necesita de la
influencia poderosa de Dios.
Una obra puede ser un acto de oración, ya que algunas
oraciones toman la forma de acciones.
Amar a los demás y buscar su bienestar, es un tipo de
oración práctica.
Cumplir con lo que Dios nos ha ordenado, es otro tipo de
oración práctica.
Hacer la voluntad de Dios, con frecuencia es el tipo de
oración más aceptable delante de Él; pero, para llegar a vivir así,
continuamente necesitamos derramar con palabras nuestro corazón delante de Dios.
También podemos orar con nuestro silencio, enfocando nuestros pensamientos en
contemplar la hermosura y grandeza de Dios, esto se puede convertir en una
oración que es demasiado elocuente para expresarse con palabras. Esta oración no
necesita de sonidos, no vaya a ser que éstos rompan el encanto del silencio
divino que se establece.
Una buena oración, es postrarse ante Dios en silencio,
suspirar y llorar y gemir según el Espíritu Santo te guíe.
Todo esto es oración, cualquiera sea la forma que se
asuma.
No podremos estar todo el tiempo de rodillas, pero sí es
posible asumir una actitud de oración todo el tiempo. Esta actitud se
constituye sobre la base de nuestra dependencia de Dios, tomando en cuenta que
está con nosotros y con la determinación nuestra de siempre obedecerle. Si
hacemos esto, hallaremos que es natural orar con frecuencia y espontáneamente,
aunque sea con oraciones cortas de manera continua.
Una actitud de oración, no sustituye el tiempo dedicado
a ella, pero si, lo uno con lo otro se complementa.
Orar sin cesar, no sólo habla de nuestro deber constante,
cada momento, cada hora, cada día del año, sino que, también nos dice que es la
voluntad de Dios que continuamente vengamos a Él, y, además, me deja ver su
constante disposición para recibirnos como quien nunca está ocupado para
atendernos.
Dondequiera que busquemos al Señor con corazones
sinceros, allí lo encontraremos. Cuando quiera que lo hagamos, Él nos oirá.
Dios el rey de Reyes, ha invitado a todos sus hijos a
venir a Él cuantas veces quieran.
Debemos orar sin cesar y mantenernos siempre con
acciones de gracias al Señor, no sólo por las cosas prósperas y agradables,
sino también, por las dificultades, por las disciplinas y correcciones y porque
Dios designa todo para nuestro bien, aunque en la actualidad no veamos en qué
nos puede ayudar la circunstancia.
Cuando el apóstol Pablo deseaba algo, él sabía muy bien
cuál era la manera de lograrlo seguramente.
La Biblia dice en primera 1 Tesalonicenses capítulo 3
versículo 10 lo siguiente:
orando de noche y de día con gran
insistencia, para que veamos vuestro rostro, y completemos lo que falte a
vuestra fe. Y Cristo, antes de cada hecho
importante en su vida, apartaba tiempo para dedicarse a orar toda una noche.
La Biblia dice en Lucas capítulo 6 versículos 12 lo
siguiente:
En aquellos días él fue al monte a orar, y
pasó la noche orando a Dios.
Asegúrate de que cada decisión importante en tu vida,
sea tomada después de orar.
Te pregunto: ¿Habrá alguna excusa para no orar?
Si no puedes hacerlo de rodillas, hazlo de pie, si no
puedes de pie, hazlo sentado, si no puedes sentado, hazlo acostado, si no
puedes hablar, hazlo en tu mente y si no tienes palabras, deja que Dios te
hable.
Si no tienes ganas de orar, hazlo sin ganas, si no sabes
orar, el Espíritu Santo te ayudará.
Ora en invierno, en verano, en otoño, en primavera, en
temporada de lluvia o en temporada de sequía. No hay excusas para no orar.
No importa si tienes o no necesidades, si estás de ánimo
o no, con salud o enfermedad, ora en todo tiempo.
La medianoche no es demasiado tarde para Dios, al
amanecer, cuando se avistan las primeras luces del día, no es demasiado
temprano para el Señor. Si es medio día, no está demasiado ocupado, y cuando
llega la noche, no está demasiado cansado con las oraciones de sus hijos.
Poder orar en todo momento, es el más dulce y valioso
privilegio otorgado al creyente, para que, a cualquier hora, abra su corazón Señor.
Las puertas del templo del amor de Dios nunca se cierran;
Permitamos que nuestro corazón siempre a ti te allí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario