lunes, 16 de septiembre de 2019

Tres cosas que Dios quiere que sepas si estás atravesando un desierto.


Dios te bendiga grandemente.

El Salmo 84 versículos 5-7 dice:
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,
Cuando la lluvia llena los estanques.
Irán de poder en poder;
Verán a Dios en Sion.

Cuántos desiertos has atravesado, quizás hoy estés en medio de uno, atrapado, sin salida y sin saber qué hacer.

Cuando hablamos de desierto, generalmente nos referimos a un lugar solitario, sin caminos definidos, un lugar donde cuesta sobrevivir, peligroso y con continuos cambios drásticos.

Un desierto puede entenderse como una etapa o un proceso. Para algunos puede ser un proceso de carácter, para otros de confianza, para otros de paciencia resistencia y aguante. Sea para lo que sea, un desierto en términos figurados se convierte en una transición necesaria, ya que hay cosas que no se aprenden de otro modo si no viviéndolas.

Ningún desierto es fácil de atravesar y aunque son difíciles y dolorosos, debemos entender que son necesarios e inevitables.

Atravesar por un desierto deja ver a través de lo que vivimos lo que aún no conocemos de nosotros mismos; así mismo, se convierte en el mejor lugar con las condiciones necesarias para ver a Dios obrar.

Los desiertos nos obligan a depender continuamente de Dios.

Para muchos un desierto en la vida aparece en este tránsito de abandono de nuestra vida pecaminosa hacia una gloriosa libertad.

En medio del desierto, debe morir todo deseo de volver atrás, rendirse y abandonar para abrazar una decisión de seguir adelante no importando lo duro de la adversidad.

Un desierto parece interminable, pero sirve para sacarnos del lugar donde estamos cómodos y confiados y donde pensamos que no hay nada más. En medio del desierto Dios se manifiesta para hacernos saber que Él tiene mejores cosas para nosotros.

La historia del pueblo de Dios atravesando el desierto es fascinante y edificante, ya que nos permite ver cómo es el trato de Dios con nosotros en esta experiencia.

Respondamos la siguiente pregunta:

¿Cómo nos sentimos y qué actitudes aparecen cuando atravesamos un desierto en la vida?

PRIMERO. Muchas veces pensamos que vamos a morir y que no seremos capaces de salir.

Éxodo capítulo 14 versículo 11 dice:
Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?

SEGUNDO. En medio de un desierto tendemos a recordar el pasado.

Éxodo capítulo 16 versículo 3 dice:
y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

Son una cantidad de sentimientos que aparecen cuando estamos atravesando un desierto, generalmente nos sentimos solos, incapaces, abandonados, desesperados, llenos de temores y miedos y aún muchas veces con deseos de morir.

Cuando estamos en el desierto y enfrentamos situaciones difíciles, generalmente pensamos que todo está perdido; pero es bajo estas situaciones donde Dios quiere que aprendamos a través de las experiencias.

Al enfrentar peligros, escasez e inconveniencias, nos quejamos amargamente y el enfrentar todas estas situaciones nos causa estrés; cuando eso sucede, nuestra respuesta natural es la queja y en estos momentos no podemos analizar la causa del estrés que es en muchos casos la falta de confianza en Dios.

TERCERO. Cuando atravesamos un desierto muchas veces comenzamos a murmurar.

Éxodo capítulo 16 versículo 2 dice:
Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto.

Muchas veces partiendo de nuestro poco entendimiento de las cosas, comenzamos a culpar a otros por la situación que vivimos y poco nos preguntamos acerca del por qué estamos allí.


CUARTO. Cuando atravesamos un desierto comúnmente comenzamos a quejarnos y aparece el deseo de volver atrás.

Números capítulo 14 versículos 2-3 dice:
Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!
¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?

Cuando perdemos la perspectiva, nos vemos atrapados en la emoción del momento y nos olvidamos de lo que conocemos acerca del carácter de Dios.

Te pregunto: ¿Qué pasaría si gastáramos la misma energía con la que nos quejamos en marchar hacia adelante en medio del desierto?

¿Acaso no es mucho más provechoso marchar hacia la meta que sentarnos a quejarnos murmurar y renegar?

Cando llegue la desesperación, tomemos en cuenta el panorama completo antes de querer regresar, quizás haya cosas mejores en las que podamos utilizar nuestras energías en lugar de quejarnos.

Muchos también se preguntarán ¿qué desea Dios que yo haga mientras estoy atravesando este desierto?

Dios es muy claro al respecto.

PRIMERO. Dios no quiere que todo sea lamento, Él quiere que hagamos fiesta en el desierto y que nos gocemos en él mientras lo atravesamos.

Éxodo capítulo 5 versículo 1 dice:
Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.

SEGUNDO. Mientras estamos atravesando por un desierto, Dios desea que nuestra adoración y servicio a Él no se detenga.

Éxodo capítulo 7 versículo 16 dice:
y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto




Debido a que muchos se preguntan acerca de cuál es el papel de Dios o qué hace por nosotros mientras atravesamos por el desierto, lo siguiente, son 3 cosas que Dios quiere que sepamos si estamos atravesando por un desierto en nuestras vidas

LO PRIMERO que Dios quiere que sepamos, es que Él ha de estar con nosotros en el proceso.

Deuteronomio capítulo 2 versículo 7 dice:
pues Jehová tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos; él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado.

Dios es un Dios comprometido con el proceso o con lo que ha permitido en nuestras vidas. Él sabe dónde nos ha puesto y no se desentenderá de nosotros.

LO SEGUNDO que Dios quiere que sepamos, es que Él nos hablará en medio del desierto para que tengamos claridad hacia donde Él quiere llevarnos.

Éxodo capítulo 19 versículo 3 dice:
Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:

Si Dios nos permite una situación, Él no nos dejará morir en ella, Él buscará la manera de hablarnos para darnos consuelo, descanso y claridad en el proceso.

LO TERCERO que Dios quiere que sepamos, es que en medio del desierto Él nos guía.

Deuteronomio capítulo 1 versículos 31-33 dice:
Y en el desierto has visto que Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta llegar a este lugar.
Y aun con esto no creísteis a Jehová vuestro Dios,
quien iba delante de vosotros por el camino para reconoceros el lugar donde habíais de acampar, con fuego de noche para mostraros el camino por donde anduvieseis, y con nube de día.

Leamos además los siguientes textos:
Éxodo capítulo 13 versículos 21-22 dice:
Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche.
Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.

Dios dio a su pueblo una columna de nube y de fuego para que supieran día y noche que estaba con ellos guiándolos siempre.

Te preguntarás ¿qué nos ha dado a nosotros para que tengamos la misma seguridad?

Hoy no contamos con la nube y el fuego de manera visible, pero sí tenemos la Palabra de Dios y la presencia del Espíritu Santo para experimentar la guía de Dios y su acompañamiento.

La Palabra de Dios y el Espíritu Santo, son el medio por el cual Dios nos guía, nos consuela, nos anima, nos dirige, nos corrige y nos habla con certeza de lo que nos espera después de atravesar cada desierto.

Por medio de la Palabra de Dios y su Santo Espíritu, nuestro Padre celestial nos alumbra el camino, nos preserva de nuestros enemigos, nos proporciona seguridad, controla nuestras avanzadas y nos guía constantemente.

La nube y el fuego se movían de acuerdo a la voluntad de Dios, no eran meramente fenómenos naturales, eran vehículos de la presencia de Dios y evidencia visible de la dirección y movimiento de su pueblo.

Cuando seguimos la dirección de Dios sabemos que estamos donde Dios quiere que estemos. Por esta razón, en vez de orar: Dios, ¿ahora qué quieres que haga? Pregúntale: Dios, ¿qué es lo que quieres que haga mientras estoy aquí en este lugar?

Recuerda que Dios tiene un propósito al colocarte donde te encuentras ahora.

Se que has notado que la nube sólo se detiene de desierto en desierto y esto hace que aparezca la queja y la murmuración; pero escúchame bien: no debemos porque temer; no importa el lugar hacia donde Dios nos dirija, si Él está con nosotros todo estará bien.
Si no hay pan, Él hará llover maná del cielo. Si no hay agua, Él sacará agua de la roca y si hay un mar frente a nosotros Él lo abrirá para que lo atravesemos.

Dios te bendiga grandemente.

Tres cosas que Dios quiere que sepas si estás atravesando un desierto.

Dios te bendiga grandemente.

El Salmo 84 versículos 5-7 dice:
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas,
En cuyo corazón están tus caminos.
Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente,
Cuando la lluvia llena los estanques.
Irán de poder en poder;
Verán a Dios en Sion.

Cuántos desiertos has atravesado, quizás hoy estés en medio de uno, atrapado, sin salida y sin saber qué hacer.

Cuando hablamos de desierto, generalmente nos referimos a un lugar solitario, sin caminos definidos, un lugar donde cuesta sobrevivir, peligroso y con continuos cambios drásticos.

Un desierto puede entenderse como una etapa o un proceso. Para algunos puede ser un proceso de carácter, para otros de confianza, para otros de paciencia resistencia y aguante. Sea para lo que sea, un desierto en términos figurados se convierte en una transición necesaria, ya que hay cosas que no se aprenden de otro modo si no viviéndolas.

Ningún desierto es fácil de atravesar y aunque son difíciles y dolorosos, debemos entender que son necesarios e inevitables.

Atravesar por un desierto deja ver a través de lo que vivimos lo que aún no conocemos de nosotros mismos; así mismo, se convierte en el mejor lugar con las condiciones necesarias para ver a Dios obrar.

Los desiertos nos obligan a depender continuamente de Dios.

Para muchos un desierto en la vida aparece en este tránsito de abandono de nuestra vida pecaminosa hacia una gloriosa libertad.

En medio del desierto, debe morir todo deseo de volver atrás, rendirse y abandonar para abrazar una decisión de seguir adelante no importando lo duro de la adversidad.

Un desierto parece interminable, pero sirve para sacarnos del lugar donde estamos cómodos y confiados y donde pensamos que no hay nada más. En medio del desierto Dios se manifiesta para hacernos saber que Él tiene mejores cosas para nosotros.

La historia del pueblo de Dios atravesando el desierto es fascinante y edificante, ya que nos permite ver cómo es el trato de Dios con nosotros en esta experiencia.

Respondamos la siguiente pregunta:

¿Cómo nos sentimos y qué actitudes aparecen cuando atravesamos un desierto en la vida?

PRIMERO. Muchas veces pensamos que vamos a morir y que no seremos capaces de salir.

Éxodo capítulo 14 versículo 11 dice:
Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?

SEGUNDO. En medio de un desierto tendemos a recordar el pasado.

Éxodo capítulo 16 versículo 3 dice:
y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

Son una cantidad de sentimientos que aparecen cuando estamos atravesando un desierto, generalmente nos sentimos solos, incapaces, abandonados, desesperados, llenos de temores y miedos y aún muchas veces con deseos de morir.

Cuando estamos en el desierto y enfrentamos situaciones difíciles, generalmente pensamos que todo está perdido; pero es bajo estas situaciones donde Dios quiere que aprendamos a través de las experiencias.

Al enfrentar peligros, escasez e inconveniencias, nos quejamos amargamente y el enfrentar todas estas situaciones nos causa estrés; cuando eso sucede, nuestra respuesta natural es la queja y en estos momentos no podemos analizar la causa del estrés que es en muchos casos la falta de confianza en Dios.

TERCERO. Cuando atravesamos un desierto muchas veces comenzamos a murmurar.

Éxodo capítulo 16 versículo 2 dice:
Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto.

Muchas veces partiendo de nuestro poco entendimiento de las cosas, comenzamos a culpar a otros por la situación que vivimos y poco nos preguntamos acerca del por qué estamos allí.


CUARTO. Cuando atravesamos un desierto comúnmente comenzamos a quejarnos y aparece el deseo de volver atrás.

Números capítulo 14 versículos 2-3 dice:
Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!
¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?

Cuando perdemos la perspectiva, nos vemos atrapados en la emoción del momento y nos olvidamos de lo que conocemos acerca del carácter de Dios.

Te pregunto: ¿Qué pasaría si gastáramos la misma energía con la que nos quejamos en marchar hacia adelante en medio del desierto?

¿Acaso no es mucho más provechoso marchar hacia la meta que sentarnos a quejarnos murmurar y renegar?

Cando llegue la desesperación, tomemos en cuenta el panorama completo antes de querer regresar, quizás haya cosas mejores en las que podamos utilizar nuestras energías en lugar de quejarnos.

Muchos también se preguntarán ¿qué desea Dios que yo haga mientras estoy atravesando este desierto?

Dios es muy claro al respecto.

PRIMERO. Dios no quiere que todo sea lamento, Él quiere que hagamos fiesta en el desierto y que nos gocemos en él mientras lo atravesamos.

Éxodo capítulo 5 versículo 1 dice:
Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.

SEGUNDO. Mientras estamos atravesando por un desierto, Dios desea que nuestra adoración y servicio a Él no se detenga.

Éxodo capítulo 7 versículo 16 dice:
y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto




Debido a que muchos se preguntan acerca de cuál es el papel de Dios o qué hace por nosotros mientras atravesamos por el desierto, lo siguiente, son 3 cosas que Dios quiere que sepamos si estamos atravesando por un desierto en nuestras vidas

LO PRIMERO que Dios quiere que sepamos, es que Él ha de estar con nosotros en el proceso.

Deuteronomio capítulo 2 versículo 7 dice:
pues Jehová tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos; él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado.

Dios es un Dios comprometido con el proceso o con lo que ha permitido en nuestras vidas. Él sabe dónde nos ha puesto y no se desentenderá de nosotros.

LO SEGUNDO que Dios quiere que sepamos, es que Él nos hablará en medio del desierto para que tengamos claridad hacia donde Él quiere llevarnos.

Éxodo capítulo 19 versículo 3 dice:
Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:

Si Dios nos permite una situación, Él no nos dejará morir en ella, Él buscará la manera de hablarnos para darnos consuelo, descanso y claridad en el proceso.

LO TERCERO que Dios quiere que sepamos, es que en medio del desierto Él nos guía.

Deuteronomio capítulo 1 versículos 31-33 dice:
Y en el desierto has visto que Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta llegar a este lugar.
Y aun con esto no creísteis a Jehová vuestro Dios,
quien iba delante de vosotros por el camino para reconoceros el lugar donde habíais de acampar, con fuego de noche para mostraros el camino por donde anduvieseis, y con nube de día.

Leamos además los siguientes textos:
Éxodo capítulo 13 versículos 21-22 dice:
Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche.
Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.

Dios dio a su pueblo una columna de nube y de fuego para que supieran día y noche que estaba con ellos guiándolos siempre.

Te preguntarás ¿qué nos ha dado a nosotros para que tengamos la misma seguridad?

Hoy no contamos con la nube y el fuego de manera visible, pero sí tenemos la Palabra de Dios y la presencia del Espíritu Santo para experimentar la guía de Dios y su acompañamiento.

La Palabra de Dios y el Espíritu Santo, son el medio por el cual Dios nos guía, nos consuela, nos anima, nos dirige, nos corrige y nos habla con certeza de lo que nos espera después de atravesar cada desierto.

Por medio de la Palabra de Dios y su Santo Espíritu, nuestro Padre celestial nos alumbra el camino, nos preserva de nuestros enemigos, nos proporciona seguridad, controla nuestras avanzadas y nos guía constantemente.

La nube y el fuego se movían de acuerdo a la voluntad de Dios, no eran meramente fenómenos naturales, eran vehículos de la presencia de Dios y evidencia visible de la dirección y movimiento de su pueblo.

Cuando seguimos la dirección de Dios sabemos que estamos donde Dios quiere que estemos. Por esta razón, en vez de orar: Dios, ¿ahora qué quieres que haga? Pregúntale: Dios, ¿qué es lo que quieres que haga mientras estoy aquí en este lugar?

Recuerda que Dios tiene un propósito al colocarte donde te encuentras ahora.

Se que has notado que la nube sólo se detiene de desierto en desierto y esto hace que aparezca la queja y la murmuración; pero escúchame bien: no debemos porque temer; no importa el lugar hacia donde Dios nos dirija, si Él está con nosotros todo estará bien.
Si no hay pan, Él hará llover maná del cielo. Si no hay agua, Él sacará agua de la roca y si hay un mar frente a nosotros Él lo abrirá para que lo atravesemos.

Dios te bendiga grandemente.



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