Dios te bendiga
grandemente.
Eclesiastés capítulo 3
versículo 1 dice:
Todo tiene
su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
La oración es un
recurso que nunca falla y siempre trae consigo bendición. No importa cuál sea
la respuesta, ejercitarse en oración siempre será beneficioso para el que lo
practica.
Dios nos guarde de
desacreditar el ejercicio privilegiado de la oración, pero hay momentos en que
la oración no basta y hay momentos cuando la oración en sí misma está fuera de
lugar. Tal vez piensas que lo que afirmo es errado, pero el texto que leeremos
a continuación es muy puntual.
Éxodo capítulo 14
versículos 14 -16 dice:
Jehová
peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.
Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.
Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.
Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.
Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.
La PRIMERA razón por la
cual Dios nos dice: “ya no ores más”, es porque ha llegado el tiempo de actuar.
En esta ocasión el
pueblo de Dios que había salido de Egipto se encontraba encerrado; un desierto,
un mar al frente y un enemigo persiguiéndolo. Moisés oró y pidió a Dios que
librara su pueblo, pero el Señor le respondió: ¿por qué clamas a mí?
Lo que Dios quería
decirle con esto, era que no era un momento oportuno para orar, sino un momento
para actuar.
Dios le dijo a Moisés
que dejara de orar y se moviera.
La oración debe tener
un lugar muy importante en nuestras vidas, pero también debe haber lugar para
la acción.
Nuestra vida como hijos
de Dios se desarrolla en una combinación entre la oración y la acción; no
podemos actuar sin orar, tampoco podemos sólo orar y no actuar ya que el actuar
activa la fe que se fortalece mediante la oración.
Día tras día nos
levantamos a cumplir con nuestras tareas diarias, no sin antes orar primero y
así debe ser siempre.
Las palabras de Dios
para Moisés fueron: “Di a los hijos de Israel que marchen”
Ahora respondamos la
siguiente pregunta:
¿Estaba Dios
desagradado de la oración? Absolutamente NO. Por el contrario, que Dios nos
diga: “ya no ores más”, resulta en sinónimo de que nuestra petición ha sido
escuchada y esto debe dar fuerza a nuestra decisión de actuar.
Que Dios nos diga: “ya
no ores más”, nos estimula a la diligencia. Recuerda que Dios aparte de
pedirnos que oremos, también nos ha encomendado que vivamos en familia, que criemos
a nuestros hijos, que trabajemos, que ayudemos a los demás y que les sirvamos a
Él. Estas son cosas que Dios nos ha pedido hacer.
El Salmo 37 versículo 5
dice:
Encomienda
a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará.
Nuestra oración a Dios
comúnmente es: Señor, guíame. Pero no experimentaremos la dirección de Dios, a
menos que empecemos a caminar.
Después de haber orado
y pedido la guía al Señor, nuestro deber es pasar a la acción sin más demora ni
discusión.
En ocasiones sabemos qué
hacer, pero oramos para pedir más dirección como una excusa para justificar el
no querer actuar. Si tenemos claro lo que debemos hacer, es tiempo de moverse.
Hay cosas que en la Palabra
de Dios nos resultan muy claras acerca de cuál es la voluntad de Dios; sobre
estas cosas sobra orar para preguntarle a Dios al respecto, pasando por alto
que ya ha sido claro y que lo que espera de nosotros es que nos movamos y
pongamos por obra lo que Él ya nos ha dicho. Por ejemplo: Él ya nos ha dicho:
predica mi Palabra.
2 Timoteo 4 versículos 1-2
dice:
Te
encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a
los muertos en su manifestación y en su reino,
que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Dios ya nos ha dicho
que debemos hacer el bien.
2 Tesalonicenses capítulo
3 versículo 13 dice:
Y vosotros,
hermanos, no os canséis de hacer bien.
Dios también ya nos ha
dicho: Trabaja.
Efesios capítulo 4 versículo
28 dice:
El que
hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno,
para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.
Nunca debemos dudar de
que Dios también nos necesita presentes en el lugar donde lo demandan las
circunstancias.
La SEGUNDA razón por la
que Dios nos puede llegar a decir “ya no ores más” la conoceremos leyendo en
Isaías capítulo 1 versículo 15 dice:
Cuando
extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando
multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
Podemos tener la forma,
las palabras, pero podemos terminar siendo infieles a Dios en nuestros
corazones.
La oración es eficaz a
medida que proviene de un corazón recto, y la oración es efectiva si está unida
a una vida recta e integra delante de Dios.
No es que Dios no
quiera que oremos, lo que Dios quiere que entendamos, es que es ineficaz y
desagradable delante de Él si lo hacemos y a la vez nos entregamos al pecado de
manera deliberada y continua.
Dios, debido a su
naturaleza, se cuidará de que pensemos que Él es cómplice de lo malo que
hacemos al respondernos. Pero su misericordia no se ha ido.
Algunos se preguntarán:
¿Qué podemos hacer al
respecto? ¿Es esto irremediable?
Allí mismo en Isaías
capítulo uno, versículos 16-18 Dios nos hace un llamado serio y amoroso, dice:
Lavaos y
limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad
de hacer lo malo;
aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
Lo que Dios nos está
haciendo aquí, es un llamado al arrepentimiento y a la reforma si quieres que
reciba vuestras oraciones.
Venid y pongámonos de
acuerdo dice el Señor:
Dios no se agrada de
nuestra oración mezclada con una vida envuelta en lo malo; pero esto no es
irremediable. En vez de desecharnos, Dios nos dice: ven y deliberemos juntos, si
os laváis y limpia, podéis acercaros a mí con toda confianza.
Dios espera de nosotros
un pleno y continuo deseo de obedecerle y escucharle siempre.
Al Dios decirnos ven y
estemos a cuenta, nos deja ver su gran amor por nosotros. Por lo tanto, vayamos
a Dios, razonemos con Él; pensemos en Dios y en nuestros propios caminos.
Dios nos dice ven y de
nosotros es poner las cosas en claro con Dios.
Dios no quiere que ese estado
donde Él no quiere recibir nuestra oración debido a nuestra condición se
prolongue; por lo tanto, Él nos invita a dialogar para mostrarnos el camino y
enseñarnos el paso a seguir.
Es muy misericordioso
de parte del Señor invitarnos a dialogar con Él, es como si Dios nos dijera:
ven, tú y yo no estamos de acuerdo; algo en tu mente te impide rendirte a mí;
ven y no me ocultes nada, ven y cuéntame todo y escúchame.
Ven, no importa cuán
negro sea tu pecado, la Sangre de Jesucristo el Hijo de Dios tiene el poder
para emblanquecer nuestras almas y llevarnos a un estado donde nuestras
oraciones se les dé la bienvenida en el Reino de Dios y lleguen con facilidad a
nuestro Padre celestial.
No importa cuán
penetrante sea el pecado, si hay arrepentimiento llega el perdón y desaparece
todo obstáculo a la oración.
Estoy seguro que para
muchos de nosotros ha llegado la hora de volvernos a Dios quien hemos provocado
durante mucho tiempo; y para quienes esto quieren hacer, Job capítulo 22
versículos 21-30 dice:
Vuelve
ahora en amistad con él, y tendrás paz;
Y por ello te vendrá bien.
Toma ahora la ley de su boca,
Y pon sus palabras en tu corazón.
Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado;
Alejarás de tu tienda la aflicción;
Tendrás más oro que tierra,
Y como piedras de arroyos oro de Ofir;
El Todopoderoso será tu defensa,
Y tendrás plata en abundancia.
Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente,
Y alzarás a Dios tu rostro.
Orarás a él, y él te oirá;
Y tú pagarás tus votos.
Determinarás asimismo una cosa, y te será firme,
Y sobre tus caminos resplandecerá luz.
Cuando fueren abatidos, dirás tú: Enaltecimiento habrá;
Y Dios salvará al humilde de ojos.
El libertará al inocente,
Y por la limpieza de tus manos éste será librado.
Y por ello te vendrá bien.
Toma ahora la ley de su boca,
Y pon sus palabras en tu corazón.
Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado;
Alejarás de tu tienda la aflicción;
Tendrás más oro que tierra,
Y como piedras de arroyos oro de Ofir;
El Todopoderoso será tu defensa,
Y tendrás plata en abundancia.
Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente,
Y alzarás a Dios tu rostro.
Orarás a él, y él te oirá;
Y tú pagarás tus votos.
Determinarás asimismo una cosa, y te será firme,
Y sobre tus caminos resplandecerá luz.
Cuando fueren abatidos, dirás tú: Enaltecimiento habrá;
Y Dios salvará al humilde de ojos.
El libertará al inocente,
Y por la limpieza de tus manos éste será librado.
Dios y padre que estás
en los cielos, gracias te doy por la oportunidad que le permites a cada persona
de escuchar este mensaje.
Te pido en el nombre de
Jesús, que nos des la sabiduría necesaria para actuar en el momento justo y
preciso.
Gracias te Doy porque sé
que tú nos guías. Sé que tu respondes nuestra oración. Señor, cuando haya algo
que estorbe nuestro clamor para que llegue a ti, ayúdanos, enséñanos el camino Señor,
danos el discernimiento necesario y permítenos entender que tú nos estás
esperando para que nos pongamos a cuenta contigo. En el nombre de Jesús venimos
a ti, confesamos todo pecado. Señor, límpianos, purifícanos para que nada
estorbe nuestras oraciones delante de tu presencia. Gracias te doy, en el
nombre de Jesús. Amén.
Dios te bendiga
grandemente
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