El Salmo 42 versículo
3, 9 -11 dice:
Fueron mis lágrimas mi pan
de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Diré a Dios: Roca mía, ¿por
qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
Ya sabemos que el
tiempo de Dios es perfecto, preciso y lo que más nos conviene; pero la mayoría
de nosotros concordamos en que también es en lo que más nos cuesta esperar.
No es fácil verse
enfermo, con necesidades, sin empleo, con problemas, angustiado, con un
matrimonio y un hogar al borde del fracaso y aun así permanecer confiando en
Dios.
No es fácil, pero tampoco
es imposible y aunque nos resulte frustrante no saber el tiempo exacto en que
sucederán las cosas, muchas veces esto es lo que nos mantiene en el camino.
Nos enoja, aflige y
deprime tener que esperar, y es por esta razón que la impaciencia es una de las
dos cosas que más nos impide esperar en el tiempo de Dios.
Proverbios 19
versículos 2-3 dice:
El alma sin ciencia no es
buena,
Y aquel que se apresura con los pies, peca.
La insensatez del hombre tuerce su camino,
Y luego contra Jehová se irrita su corazón.
Y aquel que se apresura con los pies, peca.
La insensatez del hombre tuerce su camino,
Y luego contra Jehová se irrita su corazón.
El tiempo de Dios nunca
es demasiado temprano ni demasiado retardado y cuando algo tarda según nuestra
perspectiva, comenzamos a cuestionar a Dios producto de nuestra impaciencia y
desespero.
Dios nunca tiene prisa
y resulta inútil tratar de apurarlo para que haga las cosas.
Dios no tiene prisa ya
que Él lo ve todo y lo sabe todo; y no es que Dios no quiera que tengamos lo
que pedimos o necesitamos, su ocupación es que lo tengamos en el tiempo
propicio.
Jesucristo siempre
vivió su vida de acuerdo al tiempo de Dios, Él nunca estuvo afanado por nada,
nunca lo vimos corriendo por nada e inclusive en medio de una tormenta en el
mar, la Biblia dice que Él dormía profundamente. A Él nunca le dominó la
desesperación con el fin de dejarnos ejemplo a nosotros.
Dios nos pide que
aprendamos del labrador, que para participar de los frutos debe trabajar y
esperar hasta que la lluvia llegue.
Santiago 5:7 dice:
Por tanto, hermanos, tened
paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso
fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia
temprana y la tardía.
Entre la siembra y la
cosecha viene el tiempo de espera, después de sembrar una semilla, el calor, la
humedad y la presión del suelo finalmente hacen que la semilla germine. Toma tiempo
para que todo esto pase y pasa bajo el suelo; si te asomas a la superficie no
podrás ver nada, pues pasa ocultamente y aunque por un momento pareciera que
nada está pasando, no debe invadirnos la prisa y la desesperación ya que Dios
se encuentra trabajando.
Nuestro trabajo no es
averiguar cuando Dios hará las cosas, nuestro deber es no darnos por vencidos,
enfocarnos en Dios y confiar en Él sin prisa.
Ahora, respondamos la
siguiente pregunta:
¿Cómo debemos esperar
en Dios?
PRIMERO. Debemos
esperar pacientemente.
El Salmo 40 versículo 1
dice:
Pacientemente esperé a
Jehová,
y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.
SEGUNDO. Debemos esperar
en silencio.
El Salmo 37 versículo 7
dice:
Guarda silencio ante Jehová,
y espera en él.
No te alteres con motivo del que prospera en su camino,
Por el hombre que hace maldades.
No te alteres con motivo del que prospera en su camino,
Por el hombre que hace maldades.
TERCERO. Debemos esperar confiadamente.
Hebreos capítulo 13
versículo 6 dice:
De manera que podemos decir
confiadamente:
El Señor es mi ayudador; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre.
El Señor es mi ayudador; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre.
CUARTO. Debemos esperar
con expectativa de lo que Dios hará.
El Salmo 27 versículo
13 dice:
Hubiera yo desmayado, si no
creyese que veré la bondad de Jehová
En la tierra de los vivientes.
En la tierra de los vivientes.
QUINTO. Debemos esperar
con firmeza y valentía.
El Salmo 27 versículo
14 dice:
Aguarda a Jehová;
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera a Jehová.
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera a Jehová.
SEXTO. Debemos esperar
en su Palabra.
El Salmo 130 versículo 5
dice:
Esperé yo a Jehová, esperó
mi alma;
En su palabra he esperado.
En su palabra he esperado.
HUMILDAD, PACIENCIA Y
VALENTÍA
Humildad, ya que si no
confiamos en Dios podríamos estar diciendo que sabemos más que Él.
Paciencia, ya que en
ocasiones es un tiempo considerable el que tenemos que esperar, pero para que
no te desanimes, hazte la siguiente pregunta:
¿Vale la pena lo que
espero?
Si das gran valor a lo
que esperas, tomarás las fuerzas para seguir esperando.
Valentía para resistir
la tentación de seguir nuestro tiempo y olvidarnos de Dios.
Valentía para resistir
la tentación de adelantarnos a Dios.
Valentía para resistir
la presión de otros, ya que, a su parecer, tu debieras estar haciendo esto o
aquello y aún más valentía para no sentir temor, pues Dios es nuestro protector.
La SEGUNDA cosa que nos
impide esperar en el tiempo de Dios, es la desconfianza en el plan que Él tiene
para nuestras vidas.
El Salmo 139 versículos
1-4 dice:
Oh Jehová, tú me has
examinado y conocido.
Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;
Has entendido desde lejos mis pensamientos.
Has escudriñado mi andar y mi reposo,
Y todos mis caminos te son conocidos.
Pues aún no está la palabra en mi lengua,
Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.
Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;
Has entendido desde lejos mis pensamientos.
Has escudriñado mi andar y mi reposo,
Y todos mis caminos te son conocidos.
Pues aún no está la palabra en mi lengua,
Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.
Dios, a través de su Palabra
se nos revela y nos da suficientes razones para que confiemos en Él.
Su Omnisciencia, su Omnipotencia,
su Sabiduría y su Perfección, debe darnos suficientes razones para no dudar de
lo perfecto de sus planes y propósitos.
Lo que ha pasado en tu
vida, no es un rompecabezas de hilos desconectados esparcidos por el azar; es
un proceso dirigido por un Dios actuante y capaz de ver el fin desde el
principio.
En el Salmo 31
versículo 15, el salmista confía los tiempos de su vida a Dios, expresando así
su creencia de que todas las cosas y circunstancias de su vida estaban bajo el
dominio del Señor.
Saber que Dios nos ama
y tiene cuidado de nosotros, nos permite mantenernos firmes en nuestra fe a
pesar de lo difícil de la situación.
El creyente nunca es
víctima de la suerte, aun cuando en el contexto pareciera estar bajo el control
del enemigo, Dios está en control y Él es soberano.
La manera y el tiempo
de la victoria está en sus manos.
Nuestras oportunidades
y circunstancias están en las manos de un Dios sabio; por consiguiente, Él sabe
cómo escoger lo mejor, lo más oportuno y conveniente para nuestra liberación. Debemos,
pues, estar dispuestos a esperar en el tiempo que Dios tenga señalado.
Todo lo que sale de
Dios es perfecto y su tiempo también lo es.
Convencernos de que Dios
tiene un buen plan para nuestras vidas, nos permitirá experimentar su paz.
Dios no falla en
cuidarnos y sostenernos mientras esperamos en su tiempo para hacer lo que Él
quiere que hagamos.
Cuando aceptamos el
tiempo de Dios, podemos aprender a vivir con segura esperanza y disfrutar el
tiempo mientras Dios obra.
Es imposible que Dios
falle, es imposible que Dios mienta, es imposible que Dios cambie, y el que
Dios sea así, debe llevarnos a confiar en Él plenamente y a no dudar del plan
que tiene para nosotros.
Nos cansa y nos aflige
no saber qué es lo que está pasando, que es lo que Dios está haciendo mientras
esperamos. En una situación como ésta, debemos dejar de sentirnos como quienes
deben saberlo todo, por el contrario, debemos aprender a confiar en quien si lo
sabe todo y lo conoce todo.
Confiar en Dios no
requiere que sepamos cómo y cuándo va a ser lo que es necesario; recordemos que
la Biblia dice que la esperanza que se ve no es esperanza.
Cuando confiamos en
Dios de todo nuestro corazón y renunciamos a depender de nosotros mismos, Él nos
sostendrá; pero para confiar plenamente en Dios necesitamos conocerle ya que nos
resulta difícil confiar en alguien que no conocemos; y la mejor manera de conocer
a Dios, es cultivando una relación personal con Él a través de la oración y la
meditación de su Palabra.
Si estudiamos la Palabra
de Dios, descubriremos cómo es Él, en base a qué toma sus decisiones, cómo
piensa, cuáles son sus deseos, sus mandamientos y sus promesas. Al ver a
nuestro Dios revelado en su Palabra y a través de Jesucristo, lo único que nos
resta, es fiarnos de quien es Él y de todo lo que Él puede hacer.
Al conocer a Dios,
veremos que al igual que su voluntad, su tiempo también es bueno agradable y
perfecto.
Padre celestial, te doy
gracias por la vida de todos aquellos que han escuchado este mensaje; te pido
en el nombre de Jesús, que fortalezca sus vidas, que les levantes, les ayudes y
les guíes. Sabemos Señor que esperar en ti no es fácil, pero cada día Señor que
nos disponemos a amar y anhelar tu tiempo, tú nos sostienes, tú nos fortaleces,
tú nos alientas.
Te pido oh Dios de los
cielos, que nuestra vida pueda ser llena de ti y que podamos día tras día
caminar de acuerdo a tu voluntad y hacer las cosas de acuerdo a tu tiempo.
Fortalece cada vida Señor
amado y que estas dos cosas que muchas veces nos impiden esperar en ti las
podamos superar en el nombre de Cristo Jesús; muchas gracias Señor. Amén.
Dios te bendiga
grandemente.
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