lunes, 12 de agosto de 2019

2 Cosas que nos impiden esperar el tiempo de DIOS

Dios te bendiga grandemente.

El Salmo 42 versículo 3, 9 -11 dice:
Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.

Ya sabemos que el tiempo de Dios es perfecto, preciso y lo que más nos conviene; pero la mayoría de nosotros concordamos en que también es en lo que más nos cuesta esperar.

No es fácil verse enfermo, con necesidades, sin empleo, con problemas, angustiado, con un matrimonio y un hogar al borde del fracaso y aun así permanecer confiando en Dios.

No es fácil, pero tampoco es imposible y aunque nos resulte frustrante no saber el tiempo exacto en que sucederán las cosas, muchas veces esto es lo que nos mantiene en el camino.

Nos enoja, aflige y deprime tener que esperar, y es por esta razón que la impaciencia es una de las dos cosas que más nos impide esperar en el tiempo de Dios.

Proverbios 19 versículos 2-3 dice:
El alma sin ciencia no es buena,
Y aquel que se apresura con los pies, peca.
La insensatez del hombre tuerce su camino,
Y luego contra Jehová se irrita su corazón.

El tiempo de Dios nunca es demasiado temprano ni demasiado retardado y cuando algo tarda según nuestra perspectiva, comenzamos a cuestionar a Dios producto de nuestra impaciencia y desespero.

Dios nunca tiene prisa y resulta inútil tratar de apurarlo para que haga las cosas.

Dios no tiene prisa ya que Él lo ve todo y lo sabe todo; y no es que Dios no quiera que tengamos lo que pedimos o necesitamos, su ocupación es que lo tengamos en el tiempo propicio.

Jesucristo siempre vivió su vida de acuerdo al tiempo de Dios, Él nunca estuvo afanado por nada, nunca lo vimos corriendo por nada e inclusive en medio de una tormenta en el mar, la Biblia dice que Él dormía profundamente. A Él nunca le dominó la desesperación con el fin de dejarnos ejemplo a nosotros.

Dios nos pide que aprendamos del labrador, que para participar de los frutos debe trabajar y esperar hasta que la lluvia llegue.

Santiago 5:7 dice:
Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.

Entre la siembra y la cosecha viene el tiempo de espera, después de sembrar una semilla, el calor, la humedad y la presión del suelo finalmente hacen que la semilla germine. Toma tiempo para que todo esto pase y pasa bajo el suelo; si te asomas a la superficie no podrás ver nada, pues pasa ocultamente y aunque por un momento pareciera que nada está pasando, no debe invadirnos la prisa y la desesperación ya que Dios se encuentra trabajando.

Nuestro trabajo no es averiguar cuando Dios hará las cosas, nuestro deber es no darnos por vencidos, enfocarnos en Dios y confiar en Él sin prisa.

Ahora, respondamos la siguiente pregunta:

¿Cómo debemos esperar en Dios?

PRIMERO. Debemos esperar pacientemente.
El Salmo 40 versículo 1 dice:
Pacientemente esperé a Jehová,
y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.

SEGUNDO. Debemos esperar en silencio.
El Salmo 37 versículo 7 dice:
Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.
No te alteres con motivo del que prospera en su camino,
Por el hombre que hace maldades.


TERCERO. Debemos esperar confiadamente.
Hebreos capítulo 13 versículo 6 dice:
De manera que podemos decir confiadamente:
El Señor es mi ayudador; no temeré
Lo que me pueda hacer el hombre.



CUARTO. Debemos esperar con expectativa de lo que Dios hará.
El Salmo 27 versículo 13 dice:
Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová
En la tierra de los vivientes.

QUINTO. Debemos esperar con firmeza y valentía.
El Salmo 27 versículo 14 dice:
Aguarda a Jehová;
Esfuérzate, y aliéntese tu corazón;
Sí, espera a Jehová.

SEXTO. Debemos esperar en su Palabra.
El Salmo 130 versículo 5 dice:
Esperé yo a Jehová, esperó mi alma;
En su palabra he esperado.

HUMILDAD, PACIENCIA Y VALENTÍA

Humildad, ya que si no confiamos en Dios podríamos estar diciendo que sabemos más que Él.

Paciencia, ya que en ocasiones es un tiempo considerable el que tenemos que esperar, pero para que no te desanimes, hazte la siguiente pregunta:

¿Vale la pena lo que espero?
Si das gran valor a lo que esperas, tomarás las fuerzas para seguir esperando.

Valentía para resistir la tentación de seguir nuestro tiempo y olvidarnos de Dios.

Valentía para resistir la tentación de adelantarnos a Dios.

Valentía para resistir la presión de otros, ya que, a su parecer, tu debieras estar haciendo esto o aquello y aún más valentía para no sentir temor, pues Dios es nuestro protector.

La SEGUNDA cosa que nos impide esperar en el tiempo de Dios, es la desconfianza en el plan que Él tiene para nuestras vidas.

El Salmo 139 versículos 1-4 dice:
Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.
Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;
Has entendido desde lejos mis pensamientos.
Has escudriñado mi andar y mi reposo,
Y todos mis caminos te son conocidos.
Pues aún no está la palabra en mi lengua,
Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.

Dios, a través de su Palabra se nos revela y nos da suficientes razones para que confiemos en Él.

Su Omnisciencia, su Omnipotencia, su Sabiduría y su Perfección, debe darnos suficientes razones para no dudar de lo perfecto de sus planes y propósitos.

Lo que ha pasado en tu vida, no es un rompecabezas de hilos desconectados esparcidos por el azar; es un proceso dirigido por un Dios actuante y capaz de ver el fin desde el principio.

En el Salmo 31 versículo 15, el salmista confía los tiempos de su vida a Dios, expresando así su creencia de que todas las cosas y circunstancias de su vida estaban bajo el dominio del Señor.

Saber que Dios nos ama y tiene cuidado de nosotros, nos permite mantenernos firmes en nuestra fe a pesar de lo difícil de la situación.

El creyente nunca es víctima de la suerte, aun cuando en el contexto pareciera estar bajo el control del enemigo, Dios está en control y Él es soberano.

La manera y el tiempo de la victoria está en sus manos.

Nuestras oportunidades y circunstancias están en las manos de un Dios sabio; por consiguiente, Él sabe cómo escoger lo mejor, lo más oportuno y conveniente para nuestra liberación. Debemos, pues, estar dispuestos a esperar en el tiempo que Dios tenga señalado.

Todo lo que sale de Dios es perfecto y su tiempo también lo es.

Convencernos de que Dios tiene un buen plan para nuestras vidas, nos permitirá experimentar su paz.

Dios no falla en cuidarnos y sostenernos mientras esperamos en su tiempo para hacer lo que Él quiere que hagamos.

Cuando aceptamos el tiempo de Dios, podemos aprender a vivir con segura esperanza y disfrutar el tiempo mientras Dios obra.

Es imposible que Dios falle, es imposible que Dios mienta, es imposible que Dios cambie, y el que Dios sea así, debe llevarnos a confiar en Él plenamente y a no dudar del plan que tiene para nosotros.

Nos cansa y nos aflige no saber qué es lo que está pasando, que es lo que Dios está haciendo mientras esperamos. En una situación como ésta, debemos dejar de sentirnos como quienes deben saberlo todo, por el contrario, debemos aprender a confiar en quien si lo sabe todo y lo conoce todo.

Confiar en Dios no requiere que sepamos cómo y cuándo va a ser lo que es necesario; recordemos que la Biblia dice que la esperanza que se ve no es esperanza.

Cuando confiamos en Dios de todo nuestro corazón y renunciamos a depender de nosotros mismos, Él nos sostendrá; pero para confiar plenamente en Dios necesitamos conocerle ya que nos resulta difícil confiar en alguien que no conocemos; y la mejor manera de conocer a Dios, es cultivando una relación personal con Él a través de la oración y la meditación de su Palabra.

Si estudiamos la Palabra de Dios, descubriremos cómo es Él, en base a qué toma sus decisiones, cómo piensa, cuáles son sus deseos, sus mandamientos y sus promesas. Al ver a nuestro Dios revelado en su Palabra y a través de Jesucristo, lo único que nos resta, es fiarnos de quien es Él y de todo lo que Él puede hacer.

Al conocer a Dios, veremos que al igual que su voluntad, su tiempo también es bueno agradable y perfecto.

Padre celestial, te doy gracias por la vida de todos aquellos que han escuchado este mensaje; te pido en el nombre de Jesús, que fortalezca sus vidas, que les levantes, les ayudes y les guíes. Sabemos Señor que esperar en ti no es fácil, pero cada día Señor que nos disponemos a amar y anhelar tu tiempo, tú nos sostienes, tú nos fortaleces, tú nos alientas.
Te pido oh Dios de los cielos, que nuestra vida pueda ser llena de ti y que podamos día tras día caminar de acuerdo a tu voluntad y hacer las cosas de acuerdo a tu tiempo.
Fortalece cada vida Señor amado y que estas dos cosas que muchas veces nos impiden esperar en ti las podamos superar en el nombre de Cristo Jesús; muchas gracias Señor. Amén.

Dios te bendiga grandemente.


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