Todos tenemos
debilidades, las encontramos en nuestra naturaleza humana por doquier, y aunque
seamos hijos de Dios, no faltan las debilidades en nuestras vidas.
Cuando hablamos de
debilidades, hablamos de aquellas áreas de nuestras vidas que aún carecen de
fortaleza o de perfeccionamiento, ya sea a nivel de nuestro carácter, a nivel
moral o a nivel sentimental.
Todos tenemos
debilidades, pero la pregunta es: ¿Se compadece Dios de nuestra condición?
Los siguientes pasos te
pueden ayudar a descubrir cuáles son tus debilidades.
Primero: Reconocerás tus debilidades, a medida que
identifiques cuáles son aquellas cosas por las cuales fácilmente te sientes
tentado.
Hay tentaciones a las
que nos enfrentamos fortalecidos, de tal manera que no existe la posibilidad de
que sedamos a ellas; pero también hay otras a las cuales sedemos con facilidad
y es allí donde puedes aprender a identificar tus debilidades.
Segundo: Reconocerás tus debilidades, a medida que
identifiques cuáles son aquellas situaciones que te son difíciles de
sobrellevar.
Tercero: Identificarás tus debilidades, a medida que
puedas ver cuáles son aquellas decisiones que no sólo te cuestan tomar, sino
que después de tomadas te cuesta mantenerlas firmes.
Hay muchas personas
que se desaniman al ver que están rodeadas de debilidades, otros al sentirse
débiles piensan que Dios les rechazará por su condición.
Todos tenemos
debilidades, y en esta ocasión quiero que sepas y entiendas que Dios no te
rechazará por ello.
La Biblia dice que a
los que aman a Dios todas las cosas que ayudan a bien; el Señor también nos
deja ver a través de su Palabra que Él está con nosotros y que él manifiesta su
poder por medio de nuestras debilidades.
Hebreos 4:14-16 dice:
4:14
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el
Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
4:15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
4:15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
El texto enseña:
Primero: Que tenemos a Cristo como nuestro Sumo
Sacerdote ante el Padre, dándonos a entender que Él es nuestro mediador.
Segundo: Jesús fue tentado en todo pero sin pecado,
esto significa, que nuestro Señor sabe lo que es vivir como una naturaleza
llena de debilidades, y por esta razón se compadece de nosotros.
Tercero: El texto enseña, que aunque nosotros llenos
de debilidades y defectos, el Señor nos dice que podemos acercarnos a Él confiadamente
y tener la plena seguridad de que hallaremos suficiente gracia divina para
nosotros; además dice la Palabra de Dios en Romanos 8:26 lo siguiente:
Y de
igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de
pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por
nosotros con gemidos indecibles.
No puede ser más
claro lo que dice la Palabra de Dios. Como hijos de Dios siempre contaremos con
la ayuda divina en medio de nuestras debilidades.
2 Corintios 12:9-10 dice:
Y me
ha dicho: Bástate
mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de
buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el
poder de Cristo.
12:10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
12:10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
El texto declara una
gran verdad: Nuestras debilidades son el lugar de trabajo de Dios en nosotros
donde perfecciona su poder.
Cuando sintamos que
nos hacen falta fuerzas para continuar, debemos aferrarnos a la suficiente gracia
de Dios.
La incomparable
gracia de Dios, siempre nos debe ser suficiente aunque estemos rodeados de
debilidades.
Por último Joel 3:10
dice:
Forjad
espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte
soy.
Esto significa, que
no debemos sentir conmiseración de nosotros mismos a causa de nuestras
debilidades, pues Dios perfecciona su poder por medio de ellas en cada uno de
nosotros.
Si te sientes débil,
debes saber que no es el final, más bien, puede ser un gran comienzo.
Filipenses 4:13 Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece.
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