Un intercesor es aquel
que hace una petición a favor de otro.
Siempre serán
necesarios los intercesores; ellos, aunque no presten un servicio tan visible
en la obra del Señor, son aquellos que cerrada la puerta Oran a su Padre que
está en secreto y su Padre que ve en lo secreto les recompensa en público.
Lo especial del
intercesor, es que se dedica a orar por los demás.
Todos oramos los unos
por los otros como manda la Palabra de Dios, pero debe verse tres cosas en un
intercesor de oficio.
Romanos 8:26 dice que
el Espíritu intercede por nosotros.
Dejemos claro lo
siguiente: Jesús es el único mediador entre Dios y el hombre.
La Iglesia es el
medio de expresión de Cristo en la tierra por medio del Espíritu Santo.
La oración intercesora
genuina, se lleva a cabo orando en el Espíritu o más bien cuando el Espíritu
ora a través de nosotros.
El poder del
intercesor está en permanecer en Cristo y a su vez que la Palabra del Señor
halle cabida en él.
San Juan 15:7 dice:
Si permanecéis en
mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será
hecho.
Nuestra eficacia en
la intercesión, se manifiesta a medida en que aprendamos a caminar siguiendo
las pisadas del Maestro.
La vida de Jesús fue
una vida entregada a los demás, y la vida de un verdadero intercesor debe caracterizarse
por lo mismo.
El corazón de un
intercesor debe estar libre de toda ambición personal y todo egoísmo.
La vida de un
intercesor debe ser una vida gobernada por el Espíritu Santo, sólo así, podrá
experimentar una carga interna; cuando esto suceda, podremos vivir una vida de
amor, oración y sacrificio por un mundo perdido.
Respondamos la
siguiente pregunta:
¿Qué es un intercesor?
Un intercesor es
aquel que no solamente ora fervientemente por los demás, sino también, es aquel
que siente compasión y amor por quienes intercede.
El Espíritu Santo
siente compasión, el Espíritu Santo siguiente misericordia; por eso la mejor
intercesión, es aquella que realiza el Espíritu Santo de Dios a través de
nosotros.
Hay tres cosas que
deben ser vistas en un intercesor:
Lo primero, es identificación.
Lo segundo, agonía.
Lo tercero, autoridad.
El intercesor debe
identificarse con aquel por quien intercede.
El mejor ejemplo lo
encontramos en el Señor Jesucristo. La Biblia dice que Él derramó su alma hasta la muerte e intercedió
por los transgresores.
El gustó la muerte
por todos, y para hacer esto, tuvo que sentarse donde nosotros nos sentábamos.
El Señor Jesús
experimentó todo lo que nosotros para poder llegar a tener plena identificación
por aquellos por quienes se iba entregar.
El intercesor debe
sumergirse en los intereses, necesidades y sufrimientos de los demás; debe en
lo posible ponerse en el lugar de aquellos por quienes intercede.
Lo segundo que debe
experimentar y debe verse en un intercesor es la agonía.
Según Romanos 8:26, el
Espíritu Santo intercede con gemidos indecibles. La oración y experiencia de un
intercesor, debe estar llena de profundo desespero y agonía por ver las
respuestas de Dios a favor de aquellos por quienes intercede.
Y lo tercero y último
que debe verse en un intercesor es la autoridad.
Cuando el intercesor
se identifica con aquel por quien intercede, y llega al punto en donde ora con
profunda pasión y deseo de ver la respuesta de Dios sobre aquellos por quienes
intercede, gana una posición de autoridad y Dios moverá cielo y tierra para
indicarle su voluntad con respecto a su oración.
Dios bendiga
grandemente a todos aquellos que se disponen a interceder por los demás.
Dios fortalezca sus
manos y Dios fortalezca sus rodillas, de tal manera que lo puedan seguir haciendo
hasta el final.
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