Juan 5:5-9. Dice:
5:5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que
estaba enfermo.
5:6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
5:7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
5:8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
5:9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo.
5:6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?
5:7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
5:8 Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.
5:9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo.
Cuando nuestros
cuerpos no tienen un buen funcionamiento, se afectan nuestras emociones y aún
nuestra vida espiritual llega a afectarse, ya que caemos en desánimos y nos
frustramos al ver que Dios no nos sana.
Nos llenamos de
confusión cuando escuchamos de otra persona que ha sido sana y nosotros
seguimos lo mismo.
Existe una pregunta
difícil de responder:
¿Porque Dios sana a
unos y a otros no?
Pero sin duda alguna,
podemos estar seguros en que Dios actúa de acuerdo a su voluntad, propósito y
tiempo.
Su sabiduría y
conocimiento son infinitos, mientras que nosotros sólo vemos la situación de
nuestro presente.
A muchos de nosotros nos
cuesta entender esto, y la sanidad de Dios todavía no sigue siendo un misterio;
pero no podemos perder de vista que Nuestro Señor Jesucristo está caminando con
nosotros en cada momento de enfermedad.
Escúchame bien si
estás enfermo:
Que respondería si
Dios te preguntara:
¿Quieres ser sano?
Supongo que tu
respuesta es un rotundo ¡sí!
Sin embargo, la
respuesta del paralítico del pasaje que leímos, dejó ver el sufrimiento que
llevaba por dentro.
Cuando pasa el tiempo
y no vemos la sanidad de Dios, mengua nuestra fe, perdemos el optimismo, nos
llenamos de confusión y perdemos la esperanza de recibir sanidad Divina.
Las oleadas de dolor
y de posibilidades frustradas, nos llevan al punto en que sólo vemos un futuro
sombrío.
Cuando pasa el tiempo
y no somos sanos, nos termina resultando difícil mantenernos con el deseo de
esperar algo bueno.
Mantener la esperanza
de estar sano, puede por sí ser algo difícil.
Muchas veces
abandonamos nuestro deseo de estar sanos, ya que la enfermedad es lo único que conocemos;
pero la Palabra de Dios nos da ejemplos acerca de que cuando no desmayamos
recibimos de Dios lo que necesitamos.
En Dios puedes
encontrar sanidad, pero para ir en busca de ella, debes renunciar a la idea de
que tu vida está en tus manos y que quedarás sin esperanza si nadie hace algo
por ti.
No pierdas el deseo
de ser sano. Deja las lágrimas y permite que las promesas de Dios enciendan una
vez más la llama de la esperanza.
El Señor le dijo al
paralítico: Levántate, toma tu lecho, y anda.
Este hombre tenía la
opción de escoger creerle al Señor y ser sano, o quedarse sumergido en la pena,
la decepción y la tristeza.
Pero se levantó y
caminó; cosa que no había hecho durante la mitad de su vida.
Si Dios te da una
palabra, lo único que debes hacer, es ponerte de pie y creer lo que Él te está
diciendo y tomar lo que Él te está ofreciendo.
¿Crees que Dios te
puede sanar?
¿Te sientes
desesperado porque aún no ha respondido tu petición?
¿Acaso estás dudando
de que Dios aun sana?
Te pregunto: Si Dios
te sanará hoy, ¿Qué harás después?
¿Te tomarías un
momento para agradecerle?
¿O te iras y te
olvidarías de lo que hizo por ti?
Como lo hicieron
aquellos leprosos, que de diez, sólo uno se acordó de agradecer. Lucas 17
versículo 11-19.
Si Dios te sanará
hoy, ¿Cambiarían hábitos en tu vida? ¿Cambiarías tu mala alimentación y te
preocuparía es un poco más por tu salud?
Qué bueno sería
reflexionar.
Para terminar,
respondamos un par de preguntas más.
¿Que debes creer si
estás enfermo?
Debes creer que Dios
sana, y mientras eres sano, deja que Dios haga lo que quiera hacer por medio de
esa enfermedad.
Aunque resulte un
desafío para nosotros saber si Dios nos ha de sanar o no; debemos aferrarnos
con firmeza y confianza a su misericordia y perfecto amor.
También te
preguntarás ¿Y la medicina?
Déjame decirte, Dios
no tiene problema con eso, pues suya es la ciencia y por medio de ella puede
obrar en nosotros sanidad; pues todo pasa conforme a sus propósitos. Pero es
triste ver que miles de personas han perdido la esperanza y otras están
esperando vanamente en aquello que no tiene ningún poder.
Mientras tanto, El
Salvador está cerca de ellos, invitándoles a mirar a Él para ser sanos y salvos.
Confiar en Dios, es
la forma más segura para alcanzar toda bendición.
Dios es digno de toda
confianza; no permitas que la incredulidad te haga preferir esperar en cualquier
otra cosa antes que en Él.
La intención de este
ejemplar en formato PDF es que sirva para tu propio uso, o para que lo
compartas con amigos que tengan interés.
No debe ser vendido o
usado con fines lucrativos.
Oidores &
Hacedores
DESCARGAR PDF
MIRA EL VIDEO👇
No hay comentarios.:
Publicar un comentario