viernes, 5 de abril de 2019

¿Quieres ser Sano?

Dios te bendiga grandemente.

Juan 5:5-9. Dice:

5:5 Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
5:6 Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: 
¿Quieres ser sano? 
5:7 Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.
5:8 Jesús le dijo: 
Levántate, toma tu lecho, y anda.
5:9 Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo.

Cuando nuestros cuerpos no tienen un buen funcionamiento, se afectan nuestras emociones y aún nuestra vida espiritual llega a afectarse, ya que caemos en desánimos y nos frustramos al ver que Dios no nos sana.

Nos llenamos de confusión cuando escuchamos de otra persona que ha sido sana y nosotros seguimos lo mismo.

Existe una pregunta difícil de responder:

¿Porque Dios sana a unos y a otros no?

Pero sin duda alguna, podemos estar seguros en que Dios actúa de acuerdo a su voluntad, propósito y tiempo.
Su sabiduría y conocimiento son infinitos, mientras que nosotros sólo vemos la situación de nuestro presente.

A muchos de nosotros nos cuesta entender esto, y la sanidad de Dios todavía no sigue siendo un misterio; pero no podemos perder de vista que Nuestro Señor Jesucristo está caminando con nosotros en cada momento de enfermedad.

Escúchame bien si estás enfermo:
Que respondería si Dios te preguntara:

¿Quieres ser sano?
Supongo que tu respuesta es un rotundo ¡sí!

Sin embargo, la respuesta del paralítico del pasaje que leímos, dejó ver el sufrimiento que llevaba por dentro.

Cuando pasa el tiempo y no vemos la sanidad de Dios, mengua nuestra fe, perdemos el optimismo, nos llenamos de confusión y perdemos la esperanza de recibir sanidad Divina.
Las oleadas de dolor y de posibilidades frustradas, nos llevan al punto en que sólo vemos un futuro sombrío.

Cuando pasa el tiempo y no somos sanos, nos termina resultando difícil mantenernos con el deseo de esperar algo bueno.

Mantener la esperanza de estar sano, puede por sí ser algo difícil.

Muchas veces abandonamos nuestro deseo de estar sanos, ya que la enfermedad es lo único que conocemos; pero la Palabra de Dios nos da ejemplos acerca de que cuando no desmayamos recibimos de Dios lo que necesitamos.

En Dios puedes encontrar sanidad, pero para ir en busca de ella, debes renunciar a la idea de que tu vida está en tus manos y que quedarás sin esperanza si nadie hace algo por ti.

No pierdas el deseo de ser sano. Deja las lágrimas y permite que las promesas de Dios enciendan una vez más la llama de la esperanza.

El Señor le dijo al paralítico: Levántate, toma tu lecho, y anda.

Este hombre tenía la opción de escoger creerle al Señor y ser sano, o quedarse sumergido en la pena, la decepción y la tristeza.

Pero se levantó y caminó; cosa que no había hecho durante la mitad de su vida.

Si Dios te da una palabra, lo único que debes hacer, es ponerte de pie y creer lo que Él te está diciendo y tomar lo que Él te está ofreciendo.

¿Crees que Dios te puede sanar?

¿Te sientes desesperado porque aún no ha respondido tu petición?

¿Acaso estás dudando de que Dios aun sana?

Te pregunto: Si Dios te sanará hoy, ¿Qué harás después?

¿Te tomarías un momento para agradecerle?
¿O te iras y te olvidarías de lo que hizo por ti?
Como lo hicieron aquellos leprosos, que de diez, sólo uno se acordó de agradecer. Lucas 17 versículo 11-19.

Si Dios te sanará hoy, ¿Cambiarían hábitos en tu vida? ¿Cambiarías tu mala alimentación y te preocuparía es un poco más por tu salud?

Qué bueno sería reflexionar.

Para terminar, respondamos un par de preguntas más.

¿Que debes creer si estás enfermo?

Debes creer que Dios sana, y mientras eres sano, deja que Dios haga lo que quiera hacer por medio de esa enfermedad.

Aunque resulte un desafío para nosotros saber si Dios nos ha de sanar o no; debemos aferrarnos con firmeza y confianza a su misericordia y perfecto amor.

También te preguntarás ¿Y la medicina?

Déjame decirte, Dios no tiene problema con eso, pues suya es la ciencia y por medio de ella puede obrar en nosotros sanidad; pues todo pasa conforme a sus propósitos. Pero es triste ver que miles de personas han perdido la esperanza y otras están esperando vanamente en aquello que no tiene ningún poder.

Mientras tanto, El Salvador está cerca de ellos, invitándoles a mirar a Él para ser sanos y salvos.

Confiar en Dios, es la forma más segura para alcanzar toda bendición.

Dios es digno de toda confianza; no permitas que la incredulidad te haga preferir esperar en cualquier otra cosa antes que en Él.

La intención de este ejemplar en formato PDF es que sirva para tu propio uso, o para que lo compartas con amigos que tengan interés.
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