martes, 12 de febrero de 2019

Que hacer después de haber pecado contra Dios

Todos los seres humanos pecamos contra Dios, a menudo lo hacemos y podemos decir que todos los días pecamos contra Dios.

La Palabra de Dios enseña que el pecado es la transgresión de la ley de Dios, pecar es actuar fuera de la voluntad de Dios, pecar es hacer todo aquello que la Palabra de Dios dice que no debemos hacer, y aunque todos los seres humanos pecamos, la Palabra de Dios establece una gran diferencia entre el que peca y aquel que practica el pecado.

No es lo mismo pecar, que practicar el pecado.


Definamos entonces a que nos referimos con cada cosa.

Practicar el pecado, es pecar de manera deliberada continua y repetitiva sin ningún tipo de temor a Dios. Practicar el pecado, es vivir plenamente entregado a los deseos carnales.

1 de Juan en el cap. 3 versículo 8 y 9 dice: El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.  El que ha nacido de Dios no practica el pecado, porque la vida de Dios está en él; no puede vivir entregado al pecado porque ha nacido de Dios.

Respondamos también esta pregunta: ¿Quiénes son aquellos que practican el pecado?

Como la Palabra de Dios lo enseña, practican el pecado todos aquellos que no han nacido de nuevo, todos aquellos que no han nacido de Dios y todos aquellos que no han experimentado el poder de la regeneración a través del Espíritu Santo.

Practican el pecado aquellos de quienes la Biblia dice en Efesios 2:1

Que siguen la corriente de este mundo, que son esclavos del pecado y andan conforme al príncipe de la potestad del aire.

Practican el pecado aquellos que andan conforme a los deseos de la carne, aquellos que hacen la voluntad de los pensamientos y de la carne y que por naturaleza son hijos de ira.

Todos los que viven de esta manera, necesitan saber que en esta condición no pueden ver el Reino de Dios y no pueden participar de la vida eterna. Por lo tanto, necesitan volverse a Dios en arrepentimiento, necesitan confesar con su boca que Jesús es el Señor y que Dios le levantó de los muertos para que puedan ser salvos.

Ya hemos hablado acerca de qué es practicar el pecado, ahora hablemos acerca de: ¿Qué es pecar?

Pecan todos aquellos que han nacido de nuevo, cuando son atraídos y seducidos por su propia concupiscencia y entonces ceden a la tentación. Pero aunque caigamos en ella y pequemos, no se considera que pequemos de manera deliberada, continua y repetitiva sin ningún tipo de temor a Dios.

Todos los creyentes después de pecar sienten descontento, experimentan un impacto en sus corazones y comienzan a sentir cómo el Espíritu Santo de Dios redarguye sus vidas.

Cuando como hijos de Dios pecamos, estropeamos nuestra comunión con Dios, entristecemos al Espíritu Santo y comenzamos a experimentar que se apaga el gozo y la alegría en nuestros corazones. Por tal razón, necesitamos saber qué es lo que debemos hacer después de haber pecado.

En 1 de Juan cap. 1 versículo 8 al 10 dice: Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Hay personas que después de pecar contra Dios no saben qué hacer y comienzan a ocultar su pecado, comienzan a pensar que no hay solución, permiten que el sentimiento de culpabilidad les atrape y algunos comienzan a alejarse de Dios. Otros piensan que Dios les ha rechazado y que nunca más les recibirá; todas estas son cosas que después de pecar no debemos permitir que nos ganen ventaja en nuestra vida.

Después de saber que hemos pecado contra Dios, lo primero que debemos hacer es confesar nuestro pecado.
Debemos acercarnos a Dios y contarle lo que ha pasado.

Después de saber que hemos pecado contra Dios, debemos recordar que Dios a través de su Hijo amado, ha provisto perdón, no solamente para nuestros pecados del pasado, sino también, para los pecados del presente y mucho más para los pecados del futuro. Por lo tanto, debemos tener confianza para acercarnos a Dios y confesar delante de su presencia que le hemos fallado, que hemos pecado y que nos hemos alejado de Él.

Aunque para muchos de nosotros es difícil reconocer nuestras faltas aun delante de Dios, debemos echar mano a la humildad y a la sencillez para poder acercarnos a Dios y confesar nuestros pecados.

No debemos temer revelar nuestro pecado delante de Dios, pues Él ya lo conoce. Él no nos apartará de si, sino que nos perdonará y nos atraerá hacia sí mismo.

Debes recordar que el amor de Dios es grande y que Dios está esperándote con los brazos abiertos para que su comunión contigo pueda ser restaurada.

Cuando confesamos nuestros pecados, traemos paz a nuestras conciencias, se restaura el gozo y se mejora la relación con los demás.

Al confesar nuestros pecados, se evidencia que amamos a Dios y que no queremos que nada estorbe en nuestra relación con Él.

No confesemos nuestros pecados delante de Dios para tratar de buscar un perdón temporal, confesemos nuestros pecados delante de Dios para recibir perdón y fortaleza para no volver a ceder ante las tentaciones.

Después de haber confesado nuestro pecado delante de Dios, lo siguiente que debemos hacer es arrepentirnos con todo nuestro corazón, y entendamos por arrepentimiento el volverse, el darse la vuelta, darle la espalda al pecado y volver nuestra mirada al Señor.

El verdadero arrepentimiento implica un cambio en nuestra manera de pensar en cuanto al pecado. Debemos pensar en cuanto al pecado, como Dios piensa en cuanto al pecado.


El verdadero arrepentimiento, implica un cambio de sentimiento en cuanto al pecado. Debemos comenzar a odiar el pecado como Dios odia el pecado.

El verdadero arrepentimiento, implica definitivamente un cambio en nuestra conducta. Debemos abandonar después de arrepentirnos, toda práctica pecaminosa. Debemos dejar a un lado todo aquello que hemos hecho que a Dios no agrada. debemos desligarnos de toda conducta y pensamiento pecaminoso.

Volvamos a Dios en confesión y pleno arrepentimiento.

En 1 de Juan cap. 2 versículo 1 dice: Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

Nunca debes dudar que si nos arrepentimos y confesamos nuestros pecados delante de Dios, Él nos perdonará.

No debemos dudar del perdón de Dios, debemos convencernos de que Dios nos perdonará en base a que Él envió a su Hijo para morir en la cruz del calvario por nosotros, para que a través de su muerte y su resurrección, reconciliarnos consigo mismo.

Debemos confiar en el abogado que tenemos para con el Padre, ya que es un abogado justo que no hay causa que no pueda defender.



Aprendamos pues de nuestros tropiezos y nuestros errores, para cada día madurar y ser más conformes a la imagen del Hijo de Dios.

Si has pecado, acércate al Señor, no te desanimes, Dios está esperando que vengas a sus brazos para que experimentes nuevamente el poder de su gran amor.

La intención de este ejemplar en formato PDF es que sirva para tu propio uso, o para que lo compartas con amigos que tengan interés.
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