Aparta
mis ojos, que no vean la vanidad;
Avívame en tu camino.
Avívame en tu camino.
Quiero preguntarte ¿Cuando
ves tu vida espiritual, que ves?
¿Ves un gran fuego
ardiendo? o ¿Simplemente ves brazas apagadas y todo reducido a cenizas?
¿Te has sentido frío
espiritualmente? ¿Ya las cosas de Dios no tienen mucho sentido para ti?
¿Se ha reducido tu
vida a una búsqueda incansable sólo de lo material?
¿Sientes que tu
relación con Dios ya no es tan estrecha como lo era antes?
¿Ya no apartas tiempo
para hablar con tu Padre celestial?
¿Congregarte se ha
convertido sólo en una rutina?
¿Ya no estás tan
apasionado por Dios como antes?
¿Ya no tienes el
mismo fervor?
Si has respondido de
manera afirmativa a la mayoría de estas preguntas, déjame decirte, que estás
atravesando una crisis en tu vida espiritual; se ha apagado el fuego y eso nunca
debió pasar.
Dios no cambia,
nosotros somos los que cambiamos y permitimos que se nos apague el fuego.
Si la llama del fuego
de nuestra devoción a Dios se nos ha apagado, la razón no está en Dios, la
razón está en nosotros.
Te pregunto ¿Sabes cómo
llegaste a esta situación?
Si no lo sabes, te lo
diré:
Primero. Se nos apaga el fuego, por lo difícil que
resulta estar pasando por algo trágico.
Segundo. Se nos apaga el fuego, por causa del dolor
que trae perder un ser querido.
Tercero. Se nos apaga el fuego, por lo difícil que
resulta atravesar por una separación o por un divorcio.
Cuarto. Se nos apaga el fuego, cuando sentimos que
Dios no contesta nuestras oraciones.
Quinto. Se nos apaga el fuego, cuando estamos
atravesando por una situación económica difícil y no sabemos qué hacer.
Sexto. Se nos apaga el fuego, por causa de las
críticas, señalamientos y calumnias de los demás en contra de nosotros.
Séptimo. Se nos apaga el fuego, cuando por causa de
estas cosas mencionadas y voluntariamente nos alejamos de la oración y de la
meditación en la Palabra de Dios.
Muchas cosas pueden
ocurrir que roban nuestra atención y nos sacan de nuestra vida de comunión con
Dios y terminamos enfriándonos.
Si el enemigo logra
desviar nuestra atención y si logra entretenernos, pronto el fuego comenzará a
menguar.
Casi siempre que nos
enfriamos, es porque hemos caído en engaños y comenzamos a restarle importancia
a lo que nunca debimos restarle importancia.
Cuando se nos apaga
el fuego, perdemos paz, gozo y satisfacción en el Señor.
Cuando se nos apaga
el fuego, terminamos diciendo: “Ya no es necesario”.
Cuando se nos apaga
el fuego, comenzamos a aplazar lo inaplazable.
Cuando se nos apaga
el fuego, comenzamos a ceder y comenzamos a decir: “esto no es tan malo, todos
lo hacen”
Cuando se nos apaga
el fuego, se debilita nuestra fe y terminamos llenos de temores y muchas dudas.
Pero ¿Qué debemos
hacer cuando se nos apaga el fuego en nuestra vida espiritual?
Leamos 2 Timoteo
1:6-7 dice:
Por
lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos.
1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
El propósito del
apóstol Pablo al escribir esta carta dirigida a Timoteo, era reanimarle.
Todos necesitamos ser
animados o si no el fuego que sentimos por Dios terminarás sólo en recuerdos.
Timoteo tenía que
lidiar, luchar y convivir en su vida con aspectos que para él eran difíciles de
manejar.
Primero. Tenía que lidiar con su juventud.
Parece extraño, pero le
estaba teniendo problemas en su ministerio, por esta razón, el apóstol Pablo le
escribe: Ninguno tenga en poco tu juventud. 1 Timoteo 4:12
Lo segundo con lo que tenía que luchar Timoteo, era con
su timidez.
Timoteo era alguien
perseguido por muchos temores, por lo que el apóstol Pablo le dice en 2 Timoteo
1:8
Por
tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso
suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de
Dios,
Y lo tercero con lo que tenía que luchar Timoteo, era con
sus continuos problemas de salud.
1 Timoteo 5:23 dice:
Ya no
bebas agua, sino usa de un poco de vino por causa de tu estómago y de tus
frecuentes enfermedades.
Pero a pesar de todo
esto, Timoteo debía saber que nada podía apagar el fuego de la devoción por
Dios en su corazón.
El apóstol Pablo le
dice: Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que
está en ti por la imposición de mis manos.
1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
De poder, para actuar
en circunstancias difíciles.
De amor, para
sacrificarse por el bien de los demás por amor a nuestro Dios. Y dominio propio
o cordura, para actuar con estabilidad y compostura mental sin vernos afectados
por la experiencia o situación que estemos viviendo.
A continuación,
mencionaré nueve cosas que debemos hacer cuando se nos apaga el fuego o cuando estamos
viviendo una crisis espiritual difícil; cada una de ellas, deseo que la
escribas en tu mente y en tu corazón.
La primera es: Cuando se nos apaga el fuego, debemos
reconocer y aceptar la situación que estamos viviendo.
Lo segundo: Cuando se nos apaga el fuego, debemos
identificar qué es lo que está pasando, que es lo que está ocasionando que el
fuego mengüe y yo me enfríe.
Lo tercero: Debemos recordar cómo era nuestro fuego
antes. Recuerda cómo amabas orar, estudiar la Palabra, escuchar las predicaciones
y cantar con gozo el Señor.
Lo cuarto y muy importante: Debemos arrepentirnos. Debemos
reconocer ante Dios lo que ha estado pasando y debemos pedir perdón a Dios por
lo que hemos permitido.
Lo quinto: Debemos volver a lo que hemos abandonado. En
otras palabras, debemos retomar el rumbo, y para esto debemos comenzar a pasar
tiempo con Dios en oración y en la meditación de su Palabra.
Pide a Dios que te
hable y te avive por medio de ella.
Lo séptimo: Lleva tu relación con Dios a un nivel mayor.
Lo octavo: Depende del Espíritu Santo para levantarte
una vez más. Sólo a través del poder de Dios podemos levantarnos y salir de la
crisis espiritual que estemos viviendo.
Y lo noveno y último: Debemos perseverar en todo esto.
No te desanimes,
inténtalo, no dejes de intentarlo y de esforzarte.
Debes saber, que
cuentas con la ayuda y el respaldo del Espíritu Santo para levantarte una vez más.
Anímate porque Dios
te ha dado espíritu de poder, de amor y de dominio propio.
No ignores la voz del
Espíritu Santo, pues Él es quien nos toma la temperatura en nuestra vida
espiritual. Recuerda que Dios quiere que el fuego en nuestras vidas arda siempre.
Nunca olvides, así
como la leña enciende el fuego, la oración y la meditación en la Palabra de
Dios encienden la vida de todo cristiano.
La intención de este
ejemplar en formato PDF es que sirva para tu propio uso, o para que lo
compartas con amigos que tengan interés.
No debe ser vendido o
usado con fines lucrativos.
Oidores &
Hacedores
MIRA EL VIDEO👇
No hay comentarios.:
Publicar un comentario