Ministerio Oidores & Hacedores
Por
el pastor: Jaiver Caro
El
versículo que debes conocer si le has fallado a Dios
Dios te bendiga
grandemente.
La Biblia dice en
primera de Juan capítulo 2 versículo 1 lo siguiente:
Hijitos míos, estas
cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado
tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
Fallarle a Dios, es
pecar contra Él; fallarle a Dios, es desobedecerle; fallarle a Dios, es olvidar
su Palabra.
Le fallamos a Dios
cuando abandonamos la oración, le fallamos a Dios cuando hacemos las cosas a
nuestra manera sin contar con su voluntad, le fallamos a Dios cuando hacemos
aquello que Él nos dijo que no hiciéramos, le fallamos a Dios cuando permitimos
que cualquier cosa le robe su lugar en nuestras vidas, y le fallamos a Dios
cuando su Palabra deja de ser para nosotros quien nos guíe y nos oriente en
todo. Y aunque fallarle a Dios nos genere tristeza, aflicción, dolor y
frustración, el versículo que acabamos de leer contiene lo que necesitamos
saber cuando le hemos fallado a Dios.
Lo primero que dice
este versículo de la Biblia es:
Hijitos míos, estas
cosas os escribo para que no pequéis.
La Palabra de Dios nos
es dada para que conozcamos la voluntad de Dios y al hacerla, no pequemos.
La intención de Dios al
inspirar este versículo, es que no pequemos; y su voluntad es que cada día
prosigamos a un estilo de vida donde le honremos viviendo plenamente alejados
de todo pecado.
No pecar, debe ser el
objetivo de todo hijo de Dios; y aunque claro está que no llegaremos a ser
perfectos sino hasta el día que Dios lo ha señalado, esto es bueno para
nosotros, ya que nos da motivos para avanzar sin pensar nunca que ya lo hemos
alcanzado.
No debemos pensar
acerca del pecado como algo inevitable, ya que, para evitarlo, tenemos claras y
suficientes instrucciones en la Palabra de Dios.
Nuestro corazón debe
estar en contra de todo pecado y su práctica.
Dios no quiere que
pequemos, sino que disfrutemos de plena comunión con Él y que siempre
mantengamos el gozo que ello trae consigo, ya que el pecado siempre echa
perderlo todo.
Debemos ser precavidos
con el pecado, ya que continuamente está buscando ser quien reine en nuestro
corazón.
En este punto, vale la
pena hacer la siguiente aclaración:
Una cosa son actos
sueltos y esporádicos de pecados, y otra muy diferente es una práctica continua
y un estado de pecado que mancha de corrupción todo el comportamiento de
alguien.
La Biblia también habla
de un hijo de Dios como alguien que no ama al pecado, por el contrario, lo ve
con horror, no juega con él, y lo mira como una serpiente venenosa la cual debe
evitarse a toda costa.
Un verdadero hijo de
Dios, ve el pecado como aquel veneno que una vez le causó la muerte, de la cual
el mismo Dios le libró.
Es claro, la voluntad
de Dios es que no pequemos, pero el texto bíblico también se escribe por si
alguno hubiere cometido pecado.
Dios no quiere que le
fallamos, pero a la vez, el mismo, sabiendo que muchas veces somos y seremos
atraídos por nuestra naturaleza humana, por los engaños del pecado y por la
corriente de este mundo, pecaremos. Él mismo, a su vez, nos ha puesto lo
necesario para que no temamos acercarnos a Él
El texto dice, que, si
alguno peca por haberse descuidado, por haberse dejado engañar, por ceder,
porque nos dejamos atraer y seducir, debemos saber que Dios no nos deja sin
solución en caso de que le fallamos o pequemos.
Dice el texto, pero si
alguno hubiere pecado, hablando de esos pecados ocasionales que nos dejan dolor
y frustración por haberle fallado a Dios.
Pero si alguno hubiere
pecado, se encuentra en este versículo como una suposición, como si fuera algo
de lo que debiéramos de asombrarnos luego de haber recibido tanto amor,
misericordia y bondad de Dios quien nos rescató.
Lo normal en nosotros
como hijos de Dios, es que no exista la más mínima intención en nuestro corazón
de fallarle a un Dios que nos ha dado tanto y que ha hecho tanto por nosotros.
Dios te dice: hijo, no
quiero que me falles, pero si me fallas, no quiero que desconfíes porque
abogado tienes para que defienda tu causa.
En el resto del texto
dice, que abogado tenemos para con el Padre a Jesucristo el justo por si alguno
peca bajo cualquier ocasión y bajo cualquier situación.
Dios condena todo
pecado, pero también nos da la oportunidad de levantarnos y restaurarnos.
Jesucristo es nuestra
provisión, Él es nuestro abogado.
Cuando pecamos y
llegamos silenciosamente a Dios en oración, redargüidos y avergonzados y
sintiendo que no somos dignos de ser llamados hijos de Dios, en medio de todo
esto tenemos un abogado que defiende nuestra causa.
Cristo, Él intercede
por mí con su justicia.
Pudiste perder la
batalla cuando enfrentaste la tentación, pero no podrás perderla cuando eres
llamado a confiar y a depender del abogado que tenemos para con el Padre.
Recuerda, que la manera
de ponerle punto final a la culpabilidad del pecado, es sólo a través de la
confianza en Cristo.
Cristo nuestro abogado,
toma nuestras faltas y nos defiende para librarnos de cualquier culpa y
condenación.
Cristo nuestro abogado,
nos proporciona defensa de nuestro acusador.
Dios mismo fue quien
nos puso delante de Él el abogado que tenemos y se percató de que fuera el
mejor y el necesario. No fue una iniciativa tuya, fue de Dios y por esta razón
nuestro abogado es confiable.
Nuestro abogado para
con el Padre es plenamente capaz de defender a cada uno; Él es Jesús El
Salvador, el Cristo, el Mesías, el Ungido de Dios.
Cristo es el amigo con
quién contamos en el juicio, Él es escuchado por el Rey y Juez, y aunque
nuestro caso no sea fácil, nuestro abogado no pierde caso alguno.
Cuando Cristo se
presenta ante el Padre como nuestro abogado, no es para decir algo bueno acerca
de nosotros, sino para decir y presentarse Él mismo a favor nuestro. Él no
tratará de justificar lo malo que hiciste, ya que no se trata de que nos
justifiquemos en nuestro error, sino de que seamos perdonados para seguir
adelante.
Si Cristo está de
nuestra parte, toda acusación en contra de nosotros es vana.
La Biblia “NO” dice,
que si alguien peca ha perdido a su intercesor; por el contrario, en todo
tiempo tenemos a un abogado para con el Padre.
La falta y el pecado
que has cometido, no hace que Cristo pierda el interés en tu caso; Él siempre
está allí para decirte, que, si te duele haber pecado, te entristece haberle
fallado, Él está aquí para nuestra defensa y perdón, para que así no desmayes y
quedes postrado en el camino, si no para que sigas y avances.
Jesucristo es nuestro
abogado escogido por Dios; por lo tanto, está autorizado, está calificado, las
palabras que usa son las adecuadas y certeras, su método es infalible y sus
resultados siempre aprobados.
Es Jesucristo el justo,
y si es justo, mi causa es buena y la ha aceptado como propia. Él mismo se
declara mi sustituto y pone su obediencia favor mío.
Ahora bien, las
verdades que hemos escuchado no nos dan licencia para pecar; si no, por el
contrario, nos invitan a no pecar en lo absoluto; y si has pecado y le has
fallado a Dios, confiésalo y apártate de ello y confía en tu abogado Jesucristo
el justo, quien no fracasará en defender tu causa.
Dios y Padre, te damos
gracias en esta hora porque nos permite es acercarnos a ti.
Confesamos todo pecado Señor
que hayamos cometido en tu presencia. Levantarnos y limpiarnos, porque abogado
tenemos para con el Padre Jesucristo el justo dice tu Palabra.
Él tomará mi causa, me
defiende, y aunque sea muy duro o muy penetrante el pecado, Él es poderoso para
levantarme limpiarme y restaurarme.
No hay causa que Él no
pueda defender, no hay caso que Él pueda perder, todos los gana y conmigo no
será la excepción.
Ganará mi caso y me sacará
como inocente, limpio y perdonado.
Gracias amado Padre, en
el nombre de Cristo Jesús. Amén.
MIRA EL VIDEO👇